Mientras los relatos de terror llenan el imaginario popular en Halloween, estos «depredadores invisibles» representan una amenaza auténtica en el universo, según explicó el doctor en Física Jaime Forero Romero.

Los agujeros negros, lejos de la ficción, son objetos reales con el potencial de destruir todo a su paso y desafían actualmente los límites de la astronomía y la física
En la temporada de Halloween, el imaginario colectivo suele llenarse de relatos de brujas, zombis y fantasmas; sin embargo, existe un miedo real, palpable en las profundidades del cosmos, cuya magnitud supera cualquier historia tenebrosa creada por la humanidad.
Los agujeros negros representan esa amenaza última: depredadores invisibles capaces de devorar la luz, el tiempo y, eventualmente, toda la existencia terrestre y a diferencia de los monstruos ficticios, estos objetos astronómicos son reales y sus posibilidades de afectar a nuestro planeta han sido motivo de especulación científica y asombro.
Este Halloween, el espacio se transforma en un escenario de auténtico terror, por lo que desde Olímpica Stereo Bogotá conversamos con el doctor en Física Jaime Forero Romero, profesor de planta de la Universidad de los Andes, para conocer detalles sobre esta amenaza real que se encuentra en el universo.
Depredadores que desafían la física
De acuerdo con el doctor Forero, un agujero negro es un objeto astronómico cuyo campo gravitatorio es tan intenso que nada, ni siquiera la luz, puede escapar de él.
La llamada superficie o horizonte de sucesos delimita el punto de no retorno, en el que la velocidad de escape excede a la de la luz, el máximo permitido por las leyes del universo.
Toda materia y radiación atrapadas por esa frontera están condenadas a una “espaguetización” atómica, desintegrándose hasta el límite de la existencia conocida.
Existen principalmente dos clases de agujeros negros estudiados por la astronomía actual. Por un lado, los de masa estelar, con entre tres y decenas de veces la masa del Sol, que pueblan la Vía Láctea y otras galaxias.
Por otra parte, los agujeros negros supermasivos, cuyo peso varía entre 100.000 y miles de millones de masas solares, se esconden en los corazones de la mayoría de grandes galaxias, incluida la nuestra.
El escenario de la “lotería” cósmica: ¿qué pasaría si la Tierra enfrenta un agujero negro errante?
Sobre cuál era el tipo de amenaza más inquietante, el doctor Forero explicó que una catástrofe asegurada en el lejano futuro o una “lotería” cósmica, incierta y posible en cualquier momento.
En el caso de esa “lotería”, la humanidad debería temer el encuentro con un agujero negro errante, un objeto que podría atravesar la región galáctica en la que se encuentra la Tierra.

Si esto ocurriera, explicó Forero, “básicamente se chuparía todo lo que encontrara a su paso”, por lo que el verdadero terror no reside en una colisión tradicional, sino en la devastación invisible y total, una marcha lenta e ineludible hacia la aniquilación.
Este proceso, lejos del dramatismo de los relatos de terror convencionales, sería un fin silencioso y absoluto: el vacío engullendo la vida sin posibilidad de resistencia o escape.
La dificultad de detectar a los monstruos invisibles
A diferencia de otros peligros espaciales más “visibles”, como los asteroides, los agujeros negros no pueden observarse directamente, pues ni siquiera reflejan luz, por lo que la detección de estos superdepredadores depende de su influencia sobre los objetos cercanos, lo que complica la posibilidad de anticipar una amenaza real contra la Tierra.
En 2020, el Premio Nobel de Física fue concedido “a los astrónomos que encontraron que en nuestra galaxia hay un agujero negro que tiene la masa de cuatro millones de veces la masa del Sol”; sin embargo, Forero indicó que ese coloso se encuentra a gran distancia y, por tanto, no representa un peligro inmediato.
El verdadero desafío, advirtió el profesor, radica en los posibles agujeros negros de menor tamaño: “Aunque sea pequeñito, come lo que se encuentre” y detectar uno de estos implica buscar rastros indirectos, como si se tratara de “un carro que viene de noche con las luces apagadas”.
Misterios persistentes sobre su origen y abundancia
Sobre cómo se forman estos objetos singulares, Forero señaló que la ciencia aún guarda muchas incertidumbres.
Se tiene un conocimiento relativo acerca de la formación de agujeros negros con masas semejantes a la del Sol, pero la existencia y el origen de los más pequeños, denominados primordiales, sigue siendo materia de debate.
El profesor explicó que “no sabemos cómo se forman”, y que incluso podría haber agujeros negros que nacieron junto con el universo mismo.
Estos enigmáticos agujeros negros pequeños serían, en opinión de Forero, los verdaderos potenciales portadores de terror para nuestro entorno, ya que podrían aproximarse sin advertencia y causar daños sin dejar rastro evidente.
A pesar de la inmensidad del espacio, la posibilidad de que uno de estos objetos errantes cruce la órbita de la Tierra, aunque altamente improbable, no puede descartarse por completo.